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Una crisis no se debe desperdiciar
13 Mayo 2020
Roberto Artavia
Opinión
¿Qué tal el cierre o reconcentración de decenas de órganos desconcentrados de los ministerios que encarecen la función pública?

Las cifras proyectadas de caída del PIB, déficit fiscal y deuda pública nos deben preocupar mucho a todos; en parte porque la caída del PIB podría agravarse bastante.

El déficit y la deuda van a crecer, sobrecargando el gasto público de intereses. Para combatir esto hay que lograr que la caída del PIB sea la mínima posible, encontrando la forma de operar las empresas y sectores de la economía de manera segura, y reducir el gasto y la deuda significativamente.

Estas dos agendas tienen algunos elementos comunes. Una simplificación de trámites -por automatización, autogestión, digitalización-, a través de la ejecución del proyecto Costa Rica Fluye, simultáneamente estimula la inversión y generación de empleos, y reduce el gasto.

Lo mismo ocurre con la política social. Si ha sido posible dotar de cuentas y transferirle recursos a cientos de miles en pobreza o temporalmente desempleados, ¿por qué volver a la situación anterior con una burocracia que se quedaba con una parte significativa de los recursos? Ahora se ve que esa gran burocracia era innecesaria. Eso es el programa CERRAR.

Otras buchacas

¿Y qué tal el cierre o reconcentración, según sea su verdadero valor para la ciudadanía, de decenas de órganos desconcentrados de los ministerios que solo encarecen la función pública? Sobre estos dos últimos puntos hay capítulos firmados en el Acuerdo Nacional.

Otras buchacas enormes, el FEES, por ejemplo, deben aportar lo suyo. Entiendo la norma constitucional, pero ¿no es hora ya de ponerle un techo y redistribuir, ojalá en educación técnica y vocacional, una parte de lo que se ha constituido en botín para unos pocos?

También nuestro Estado tiene activos de gran valor que se podrían tirar contra la deuda. Su privatización puede hacerse de manera creativa, dándole parte de la propiedad a muchos costarricenses y creando marcos regulativos que protejan a los consumidores. Necesitamos esos recursos con urgencia.

Nunca se debe desperdiciar una crisis. En 1982 nos reinventamos. Lo podemos hacer otra vez.