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¿Regresa América Latina al militarismo?
15 Noviembre 2019
Roberto Artavia
Opinión
Muchas gracias don Pepe, y a quienes lo inspiraron y acompañaron en la abolición de nuestro ejército

El contrato social de Chile colapsó a raíz de la decisión de aumentar la tarifa de su tren subterráneo. ¿La gota que derramó el vaso o una explosión provocada y manipulada por terceros? Los niveles de violencia, destrucción y saqueo fueron enormes. Se cancelaron reuniones internacionales importantes. Los trabajadores se quedaron sin transporte público por muchos meses. Las fuerzas armadas salieron a la calle. Me pregunto quién ganó…

Evo Morales trató de robarse la elección en Bolivia, dar un golpe de Estado y el pueblo en su mayoría se levantó en su contra. Me pregunto qué impulsará a un presidente histórico a volverse golpista en contra de la Constitución que él mismo promulgó. Las fuerzas armadas “le sugirieron” que renunciara y Evo abandonó el país…

En El Salvador un joven líder entrega pequeñas muestras de valor a diario, amasando capital político. Me pregunto si lo irá a invertir en transformar estructuralmente un país que no crece económicamente; que no tiene suficiente de capital humano, financiero, natural o tecnológico para continuar su proceso de desarrollo sin que medien grandes sacrificios y reformas. En medio de todo, sacó el ejército a la calle para controlar las maras…

Izquierda, derecha

En Nicaragua se decomisan alimentos destinados a las familias de los presos políticos en la entrada de las iglesias. El ejército, policía y paramilitares orteguistas tienen presencia permanente en las calles e intimidan a la población constante y arbitrariamente…

Y Argentina, Venezuela, Ecuador, Brasil, Honduras y México cada vez más enredados en sus telarañas políticas.

Enredos a la derecha y enredos a la izquierda. Fuerzas armadas, interviniendo de manera inusual e inconveniente en al menos cuatro países en el último mes y medio. De todos los escenarios posibles, el del militarismo activo es el que más temo para América Latina.

Ojalá estos malos síntomas no lleguen a convertirse en la terrible enfermedad.

Y muchas gracias don Pepe, y a quienes lo inspiraron y acompañaron en la abolición de nuestro ejército.