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La marihuana datos y hechos (II)
06 Noviembre 2016
Roberto Artavia
Opinión
La guerra contra las drogas ni es nuestra ni debe ser guerra

Según estadísticas publicadas por el FBI, durante la prohibición del alcohol –1919-1934– la tasa de homicidios en EE. UU. alcanzó un promedio de casi 9 homicidios por cada 100.000 habitantes y el mismo nivel durante la llamada guerra contra las drogas entre 1969 y el presente. En los periodos sin prohibición y sin guerra contra las drogas, la tasa de homicidios baja aproximadamente a la mitad.

La criminalización de los ambientes comunitarios por la presencia de narcotraficantes ilegales atrae crimen e impulsa al consumo de drogas mucho más fuertes y peligrosas. La legalización y distribución legal de la marihuana no impacta el porcentaje de adictos, lo que está mucho más influido por problemas de personalidad, desempleo, pobreza, ambiente comunitario y acceso a otras drogas.

Su legalización sí descriminaliza el ambiente, lo libera de drogas más fuertes impulsadas por criminales que quieren expandir su negocio, y lo libra de un ambiente de violencia y riesgo constante.

Una comunidad en que las drogas son ilegales se caracteriza por la presencia de narcotraficantes en las calles, adictos e indigentes, un ambiente en que se dan transacciones ilegales, robos, asaltos y violencia de jóvenes que procuran recursos para consumir y por la profundización del crimen hacia prostitución, tráfico de armas y extorsión, conforme los narcotraficantes diversifican su actividad criminal.

Una comunidad con drogas legales elimina lo anterior en un altísimo porcentaje, permite monitorear el estado de salud de quienes consumen, y reduce radicalmente los costos cada vez mayores del sistema judicial y carcelario.

Y una sociedad que legaliza la marihuana puede hacer uso irrestricto de sus enormes beneficios como medicamento, alimento, fuente de fibra y reduce así importaciones; por ejemplo de analgésicos y antiinflamatorios para algunas de las enfermedades que más los requieren.

Es hora de repensar la guerra contra las drogas, que ni es nuestra ni debe ser guerra.