No cabe duda de que, sin entrar a comentar todo lo que ha pasado en casi una década de “la platina”, debemos ver con buenos ojos que finalmente se vaya a reparar y ampliar el puente de la General Cañas.

Esperamos que el Gobierno haga lo necesario para evitar el colapso total mientras esta reparación se ejecuta.

Esperaría ver un despliegue masivo de la Policía de Tránsito en la Ruta 27, en la carretera que une Río Segundo con San Joaquín de Flores y Heredia, en la radial de Lindora, y en los alrededores de La Valencia.

Todo ello para agilizar el tráfico y ayudar a romper cuellos de botella, evitar que se forme el carril extra sobre el espaldón; para detener y sancionar a “los buchones” y para levantar de manera inmediata cualquier accidente que bloquee alguna parte de la carretera, entre otras acciones posibles.

Hay que desplegar inspectores del INS, tener ambulancias distribuidas, mejorar el acceso remoto a bancos e instituciones y, en fin, prepararse para el caos que se avecina.

Creo también que debe llamar a la cordura a quienes piensan aprovechar este momento de vulnerabilidad para “halar agua para su saco” y, si no reaccionan positivamente, acudir a los tribunales de manera expedita y con preparación previa para poder actuar de oficio en contra de cualquier huelga que venga a complicar la circulación.

Sería ideal suspender todos los peajes, pagando el Estado a la Ruta 27 lo que corresponda al promedio de tránsito esperado en estas fechas, para evitar congestionamientos adicionales.

Todos los funcionarios del Estado y el sector privado, deben colaborar. Hay que alterar horarios de entrada y salida, promover el teletrabajo en empresas e instituciones, programar entregas, cargas y descargas en horarios alternos. Las aerolíneas deben informar a sus pasajeros sobre el tiempo extra que requieren en tránsito para llegar a sus vuelos de salida. Y mucho más.

En fin, reparemos “la platina”, pero por una vez, hagámoslo tan bien como es posible…